La gema orgánica que conocemos como ‘coral’ se halla en las profundidades del océano, como las sirenas. Forman arrecifes, atolones y bancos de coral con diversidad de troncos de muchas ramificaciones. Precisamente de ahí, obtenemos esos corales que nos colgamos al cuello o nos abrazan las muñecas, por ejemplo.
Posee una energía especial, es contenedora de vibras muy positivas y se cree que potencia sensaciones de paz, serenidad e imparcialidad. Hoy queremos compartirte unos cuantos datos muy curiosos acerca de esta gema orgánica de tonalidades rojizas que, por otra parte, también hace alusión al planeta rojo, Marte, que inspira vitalidad, energía y ambición.
Los hallamos en varios colores: rojo, rosa, blanco, negro y azul. En bruto son de color mate, sin embargo, al pulirlos obtienen un brillo vítreo. Pero, ojo: el color se puede empalidecer con el uso. El más apreciado es el coral noble: del rojo claro al salmón (Momo), rojo medio (Cerdeña), rojo sangre de toro (Moro), rosa suave con manchas blancas o rojizas (coral piel de ángel).
Aunque no se considere “en peligro de extinción”, a los joyeros nos es cada vez más difícil encontrar ramas lo suficientemente grandes como para poder trabajarlas. Sus principales yacimientos se encuentran en la zona de las costas occidentales del Mediterráneo, el mar Rojo, Golfo de Vizcaya, de las islas Canarias, archipiélago malasio, Japón, Hawái/Estados Unidos.
¿Por qué deberíamos equiparnos con un coral?
Dime, ¿te encuentras atravesando una ‘mala racha’ o digiriendo problemas que conducen a confusiones contigo mismo y/o los demás? Se dice que el coral contribuye al equilibrio emocional y nos ayuda a clarificar conflictos internos y externos que nos ‘traigan de cabeza’. Nos aporta bienestar, alegría, seguridad y fe en nosotros mismos.
Como buen amuleto protector, nos defiende y bloquea los males de ojo. Además… ¡atrae a la suerte y al amor (del bueno)! Llévatela contigo a exámenes, entrevistas de trabajo, reuniones, exposiciones…, ¡arrasarás!