En joyería, cuando hablamos de ‘piedras preciosas’ nos referimos a aquellas gemas que destacan sobre las demás debido a su escasez y durabilidad, además de su atractivo tan peculiar y distintivo. ¿Y qué criterios específicos seguimos para diferenciar entre piedras preciosas (naturales) y semipreciosas (sintéticas)?
- La dureza, estrechamente vinculada a su óptima perdurabilidad con el paso de los años. La gema más dura y resistente del planeta, es el diamante.
- Su singularidad o dificultad para hallarla en la naturaleza. Un mineral escaso siempre será mucho más costoso.
- Su belleza y perfección en cuanto a su color, brillo, transparencia y pureza.
Entre las piedras preciosas de, digamos, primer orden, destacan las principales: rubí y zafiro (corindón), esmeralda (berilo) y el gran soberano que los observa desde arriba de la pirámide, el diamante.
Veámoslas, una a una:
- EL DIAMANTE: del griego, ‘adamas’, significa ‘el irrompible’. Su dureza de tallado es 140 veces mayor que la del rubí o zafiro, las próximas en la “línea sucesoria”.
Se originaron a grandes profundidades (150-300 km o más), a muy altas temperaturas y a grandes presiones. Debido a su brillo tan característico, su gran dureza y rareza, el diamante se considera el Rey de entre todas las piedras preciosas.
Si te interesa y quieres saber más acerca de las características de los diamantes, os compartimos varios artículos donde exploramos más a fondo todas las particularidades de esta gema: “A más quilates, ¿mejor anillo?” y “¿Qué es el certificado GIA?”.
- EL RUBÍ: Su nombre viene del latín, ‘rubens’ y se le reconoció dentro del grupo del corindón hacia el año 1800. En joyería usamos dos variedades del color del corindón: rojo (rubí) y azul (zafiro); los dos minerales más duros después del diamante.
La distribución del color a menudo es desigual, a bandas o manchas y la sustancia colorante es el cromo. Las inclusiones son bastante frecuentes – lo cual no resta en calidad – y nos dan pistas sobre el yacimiento. El color más codiciado de rubí es el que se conoce como “sangre de pichón”, un rojo puro con tonalidad azulada.
Se le relaciona con la protección, la armonía, prosperidad y el amor.
- EL ZAFIRO: perteneciente al grupo del corindón como el rubí, muy similares en cuanto a dureza. Su denominación proviene del griego, “azul“‘, aunque también los podemos encontrar en tonos amarillos, verdes, en rojo claro, rosa, violetas e, incluso, incoloros (leucozafiro). El más valorado es el zafiro azul aciano.
La ‘Piedra de la Prosperidad’ es frecuentemente empleada en la práctica de la meditación, ya que aporta paz mental y ayuda a tener mejor intuición y conciencia.
- LA ESMERALDA: del griego “smaragdos“, significa “piedra verde“. Pertenece al grupo del berilo y, a diferencia del diamante, cuenta con una cierta fragilidad que, junto a frecuentes grietas de tensión, se vuelve especialmente sensible a la presión.
Las esmeraldas más preciadas son aquellas con escasas inclusiones – o tal y como conocemos en joyería, “poco jardín” – y su intenso color verde se explica por la presencia de cromo en su composición. Se considera la piedra preciosa vinculada a la naturaleza, a la magia, a la fantasía. También se le asocia a la paz y tranquilidad y se emplea, a menudo, como amuleto para atraer a las buenas energías.
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